
Ignora al invierno
Relegado el oso a su madriguera
La rama se quiebra
Ya he adquirido la costumbre, cuando me hallo acariciando mis rodillas, y me detengo en los detalles: el sonido de mis oídos, grillos; las luces frente a mis ojos, polillas, luciérnagas o un haz de polvo; los olores del mundo, cuando me abruma la poca certeza que tengo de todo, recorro el lomo de los libros, tomo uno al azar, lo abro y espero que se revele algo:
Farabeuf ( dos fragmentos)
--¿Gritó entonces suplicando?
--No; me miraba en silencio
--¿La visión de ese cuerpo desgarrado te conmovió? ¿sentiste compasión? ¿sobresalto? ¿nauseas?
--Fascinación. Fascinación y deseo.
--¿Te hubieras entregado?
--¿Acaso no me estaba poseyendo con su mirada?
--Amas confundir las cosas, desvarías.
--¿Qué hacen luego?
--Dejan que sangre y lo miran
--¿Cómo lo miran?
--¿Cómo lo miran? Como se mira el cielo en la noche o simplemente como se mira un cuerpo desnudo: quizá con horror. Luego aprietan lentamente las ligaduras.
............
...Todo se vacía. No queda nada de nosotros mismos y esa ausencia de todo nos embriaga. No va quedando más que esa forma, concretándose lentamente contra la estaca. Haciendo cada vez más rígida su actitud de desafío y de entrega a la vez, con los hombros doblados hacia atrás por la tensión de las ligaduras y el cuello alargado hacia delante; con los ojos abiertos más allá del dolor y de la muerte. Una mirada que nada puede apagar; como pudiera mirarse uno mismo en el momento del orgasmo. Pero esa luz todo lo oculta. Es como mira el tigre o la mirada de los opiómanos…