Ustedes sabrán perdonar, o no, la defensa de la libertad de expresión no es un asunto de formas, o sí; no tengo ganas de bailar, hacer figuras y tomarme de las manos para formar parte de la coreografía meliflua de la unidad; adolezco del gusto, la paciencia y sobre todo de la disposición, uno se cansa y se asquea, para descifrar las figuritas barrocas y los retruécanos cursilones de los hacedores de frases y coherencias, desde hace rato no le encuentro el sentido al nuevo culto político nacional.
Habrá quien me diga, pero qué más quieres ¿Petróleo?
Así pues, como soy libre (eso silbo en la oscuridad), y quisiera responder a mi naturaleza, al individualismo pequeño burgués, a mis prédicas y a la perversión liberal de no enajenar mi criterio a las presiones del colectivo, a la unanimidad y muy a pesar de que en este país todos, absolutamente todos, nos arañemos en la disputa cotidiana por la peyada de petróleo, la renta, la vida y su sentido subsidiado, (aquí nadie produce excedentes o plusvalía, para ponerlo en términos rojos) me gusta hacerme la idea de no estar embozado ni por la arepa, ni por el petróleo ni por la estupidez del berreador concienzudo, me niego rotundamente –porque estoy cansado, obstinado, aburrido y asqueado- a ser concordante.
Así pues escuchen bien: el coñísimo de la madre.
Pronuncio la frase con mi dedo índice en gancho y en alto.
Qué unidad del carrizo.
No jodan, como dijo el triste borracho que nos gobernase una vez: no me van a joder.
Cualquiera puede abrir en internet las páginas del CNE. Si tiene tiempo e ingenio para actualizar cada diez minutos el Facebook, también lo tendrá para estudiar sin el zumbido del analista de guardia y ver por sí mismo la situación de las cosas.
La realidad es dura. La realidad puede enloquecer.
Lo que ganó el elector, los nuevos espacios, el pequeño salto hacia adelante, lo que obtuvo quien se caló tres y cuatro horas de cola para votar, lo obtuvo y lo ganó a pesar –muy a pesar en algunos casos- de sus partidos y dirigentes electos.
A las pruebas me remito.
En los reveses de las gobernaciones y alcaldías, los operadores políticos de Alianza Bravo Pueblo, Primero Justicia, AD, Un nuevo Tiempo, Proyecto Venezuela, Podemos etc, etc., superaron sus miserables y patéticas mezquindades al distraer y sustraer a veces hasta sólo 600 votos necesarios para consolidar un triunfo. Esto pudiera hacerse de manera aleatoria. Mientras en Aragua Ledezma se negaba a apoyar a algunos candidatos a las alcaldías, a Ismael García le dio cosita brindar su apoyo a Velázquez en Bolívar. No se comprende -¿o si?- La pichirrez y la torpeza de los Salas hacia el candidato de mayor opción para la alcaldía de Valencia, ni a Primero Justicia negándose levantarles la mano a los candidatos de Guayana ni el guizaso navideño en Barinas.
Me niego a bailar la danza de la unidad.
Eso de la unidad es un fucking mito.
Bochinche, bochinche, esta gente no sabe sino de bochinche
¿Les suena?
¿Unidos con lazos que el cielo forjó? Ni de vainas.
Unidos a lazo, y punto.
La cosa es de vieja data libertadora, desde los inmortales tiempos (mejhsmos) en los que Don Santiago Mariño retardaba sus ejércitos para salvar a Don Simón Bolívar y a Caracas y Caracas y Don Simón Bolívar se comían el coco urdiendo en cómo carajo iban a fusilar a aquellos orientales levantiscos.
Amanecí con una arrechera visceral y terrible. A mitad de la noche tuve una pesadilla: el tiempo de Dios es perfecto, lo que ha sido ya es y lo que fue será. Me vi solo y viejo, me desplazaba junto a una multitud solitaria con esta frase de cintillo a manera de subtítulo a mis pies:
To be continued
¿Intriga? ¡No jombre! Ninguna resolución, ningún desenlace, un desagradable y pertinaz cosquilleo en las partes pudendas, más nada
Nuestra vida, nuestra historia, la dinámica nacional sólo se traduce a eso:
un to be continued balurdón.
Me da coraje reconocerme como elenco de una mala novela, una telenovela de altísimo presupuesto y muy baja calidad en la que a cada rato retocan los parlamentos con aburridas frases y ajustan una trama desgastada: ganó la unidad, dejamos de ser oposición para comenzar a ser propuesta,
bla
bla
bla.
No obstante, ¡ver(rrr)ga!, buscando algo coherente y positivo, un tono rescatable, aparece una idea: los espacios ganados fueron aquellos donde hubo liderazgos propios y/o la ciudadanía para variar, trascendió a sus líderes. No insistan con cancioncitas ni baladas pop, no tengo ganas de bailar ni de agarrarme de las manos para corear de nuevo el estribillo de uso. Tampoco busco convertirme en uno de los cien mil politólogos, sicólogos, sociólogos, editorialistas, en la voz del pueblo ni en una palabra oportuna y justa en el momento adecuado, procuro sólo aligerar mi bilis, descargar mi mala leche y desentonar a gritos en este blog perdido porque Songo le dio a Borondongo, Borondongo le dio a Bernabé, Bernabé le pegó a Muchilanga le echó a Burundanga, les jinchan los pies.
A pesar de eso, hay motivos para asustarse y seguir escribiendo y lanzando el dado.
No me exijan propuestas ni un análisis concienzudo, de eso se encargará de sobra el decoroso, cursi e impostado pensamiento de la inteligencia habitual. Este se cansó de ser políticamente correcto.