la soledad es la divisa más lógica, la más sólida, única valedera al cambio universal, la coherente, no otra, cada quien recorre y silba una balada tonta por sus galerías de espantos, las entrañas divinas de los asustados ¿dónde quedan los lugares cálidos? ¡Adentro, más adentro, no te detengas! decía: necesito una mujer insomne a mi lado, una mujer que acompañe mis desvelos, una mujer que se duerma primero que yo, un segundo antes de la salida del sol, en los suburbios de Dallas- Texas, en las hombreras de los vaqueros más perfumados de aquellas explanadas, intentaré pasar la noche atado a sus cabellos reinterpretando sus pasos, haré un sacrificio y lo haré de veras, los monos trepan sobre los ficus de mi calle, hay ficus en mi calle y son frondosos ficus, de qué alardeas, de nada, de nada, las arterias no duelen, mucho menos duele el corazón