te voy a contar un cuento triste: una mujer hermosa sopla un beso desde su auto. sube sus lentes a la cabeza sobre su castaña cabellera y sonríe como ninguna otra antes lo hizo, y todos se creen dueño de aquel beso pero a nadie le pertenece, quizás haya lanzado el beso al hombre que está entre tu y ella, se dice el menos agraciado, en otro auto detrás del tuyo; piensa otro, confusión, muerte, vergüenza, y el más ingenuo cree haber sido el propósito de aquel gesto, lo agradece, es un gordito agradecido, un pobre señor que ha perdido el día en trámites inútiles, y se piensa, ha valido la pena conducir toda una jornada para encontrar la muerte súbita, como un susto, dar la vuelta en una esquina y en la boca, es el beso que retorna, el para siempre nunca jamás porque cuando una mujer sopla un beso desde su auto y lo empuja con la mirada, ha lanzado los dados y ha puesto a girar a la fortuna