©icen
Viene a mi el regreso, muchos años después de la fiesta en casa de Quique, aquel
matiné, negra, desgracia la mía, me lo
creí entonces, a pesar de toda la mierda que alimenta la cabeza de un
adolescente, errático, con una bombona
de anís granulado, complejo y rabia, eso no lo pude precisar entonces negra,
había decidido ir sin armas a la fiesta, coño, uno se salva de cada asunto, y
ves en perspectiva tu historia personal y dices, nunca pasó nada interesante
para ponerlo en letras de oro, pero
sientes mucho escalofrío con la basura, todo el discurso que había comprado de
vincularse a las masas, tenía un origen sencillo, la incapacidad profunda de
poder vincularme a nada en particular, está delineada su boca, roja y encantadora, recuerdo que uno de los Rondón,
les decían los Rondones, irrumpió en la escena pegajosa de la fiesta, quedaría
mejor poner rumba en un supuesto relato para el consumo de esos vampiros que
leen historias de malandros y se reivindican, eso hacía mi padrastro, veía con desmesura y disfrute las películas de
mafiosos, lo hacían sentir Vito Corleone, secretario militar de distrito de
Caracas, mierda de confusión, crear un secretariado para un comando operativo
de tres personas, sin embargo, era ética, no el barullo burocrático sino el
orden de las cosas, el orden de la cosa militar en Caracas, El Padrino, ese
tema, pero el flaco Rondón era alto y se veía sumamente ridículo en un vaporón
de los setenta bailando twist, buscando a su neutonyón al borde un barranco en
Vista al Mar, tres liceos reventaban la
sala de la casa de Quique, el lugar más sifrino del lejano Oeste, habían ido
sus primos de Caricuao, eran dos, uno retaco y el otro muy gordo, decían que el
gordo le había ganado a Landera en una competencia de hamburguesas con
aguacates y huevos luego de un draculeo sangriento por el Este, al pie de El Cubo Negro, meterse esa altozano pero, y sobre todo, ganarle a Landera, el carne de pincho de El Osiris, lo convirtieron
en una leyenda, así en aquella fiesta, eran un lunar en el batuque, eso me
dijo Germandolardo, los dos son una costra, hay que arañarles el caraotillero a
ver si defienden lo quemado, entendí sin
mucha algebra que se iba a armar un descarrilerón , tú estabas allí, negra, con la camisa empapada de sudor, me llevé la mano a la cintura, detrás de la
chaqueta de bluyín, ah vaina, no me traje el perol, maldije, andar montado y
tener una caja de cigarros de más, me convertían en la nada indestructible,
pero me sonreíste, recuerdo la sala de la casa de Quique, un rancho frisado y
pintado de azul, oscuro y con el mejor equipo cuadrafónico del sector troncal,
desde El Amparo a Boquerón, estuve
recordando esa sonrisa un montón de años después, me ericé, tenías el pelo largo, recogido a
los lados, sobre tus orejas, los rulos oscuros y empapados de sudor, esos rulos
se vendrían a mi cuarto y construirían
mi felicidad, hablamos sobre ser felices, un baile pegado, una desviación burguesa,
pasar las tardes contigo cargando y descargando mi cacerina, es peligroso colocarle
las trece balas, Rondón le escupe el vaso al primo de Quique, y el gordo como
si nada se lanza el trago fondo blanco y luego, le devuelve la mano cargada con
un punzón que nadie supo de dónde carajo venía, el camión de mierda era un
portafolio de sorpresas, se cerró el
círculo en torno a ellos y tú me tomaste de la mano, el desenlace que nos llegue por diferido,
malogrado por lo que le ponga éste o aquél a la historia, la historia se
escribe así, con las magulladuras y los parchos de un bocón, ahora muchos años después de la fiesta,
Quique me trae a Bello Monte, tienes que verla con uniforme, me dice y se
agarra la entrepierna, y es cierto, vienes alta y delgada tirando de un carry on
desde la sombra de una trinitaria, tu cuerpo es un dibujo lleno de gracia, tienes
la misma sonrisa y tu pelo, negra, cae de otra manera, no sé si fuiste eso que
le contamos a los demás como el primer amor, pasamos muchas tardes y noches
juntos, te enseñé a montar y a desmontar una 47 y rompimos, eso fue todo, pero
fue algo doloroso, el Flaco Rondón estuvo
preso seis años, lo estuviste visitando en la cárcel y
le tuviste un carajito, yo me hice corredor
de La Bolsa de Caracas, esa es parte de
la historia y tú continúas siendo una azafata, y harás el vuelo Caracas Londres
y punto.