y si tengo que volver que sea un día de asueto
extenso y laxo, un día donde sólo esten mi ciudad y los más persistentes ciudadanos,
el día del Nazareno de san Pablo,
lejos de las iglesias,
sin procesión quiero volver un día santo,
profano,
mi querida
para llorar ese tiempo ido en el que no estás.
Lo que no terminó de ser,
el desencuentro
quiero llorarlo en el paisaje de mi infancia
en El Conde
por ejemplo
bajo el concavo cielo arbolado de San Bernardino,
quiero llorar de alguna manera, el trunco amor, el incipiente gesto, el primer paso hacia la nada
en Loma del Muerto,
en los pinares de esa parte de El Ávila,
o sentado en las defensas de hierro en Mecedores,
una tarde de enero en 1970,
una tarde de enero en 1970,
una tarde en la que te nombro mucho antes de todo
y de nada
ese cuento, Mecedores
y tu risa
en Nazareno.