Una de las cosas que aprendes a hacer con el tiempo es
contar tus bendiciones. Bueno, no es un término muy usado en nuestros
contextos, le aseguró Manuela a Yajaira mientras posaba para tomarse un selfie.
La tarde caía llena de polvo y calor sobre las mesas de la terraza donde ambas
estaban sentadas tomando café y
galletitas. ¿ Lo recuerdas? Sonrió, pasó la lengua por su labio superior y
contuvo las ganas de morderlo, están salados, recordó que Alberto le había dicho
luego de retirar su boca de ellos, que sus labios sabían a papás fritas ¿ a
quién se le ocurre hacer esas comparaciones? No son nada románticas. El café
que se encuentra es infame, y las galletas del día anterior. Él la asaltaba
justo cuando dejaba de comer algo, saben
a esto y a jugo de naranja y vodka, a esto, a esto y deslizaba su mano debajo
del pantalón. ¿ A quién? A él, Yajaira sonrió, dejó marcar el tiempo, se
acomodó una arruga detrás de otra en torno a sus ojos, había envejecido mucho desde
aquellos tiempos , debería haber olvidado, esos asuntos se olvidan, pensó
Manuela, dejó sonar sus pulseras de plata. A Alberto lo vi en su cuenta Instagram, se
tomó unas fotos en Florencia hace unos días, ha cambiado mucho. Yo en tu
lugar no me le acercaría de nuevo. Y quién era Yajaira para hacerle advertencias
sobre su pasado, ya te contaré de Yajaira, le dijo Alberto antes de decirle
adiós que te vaya bien que te pise un carro y que te aplaste un tren. Saben a
helado de vainilla, a café, a licor dulce, ella le cerro la boca con su dedo
índice y anular, estaban húmedos ¿Almibar?
dijo y no lo perdonó que le mirara su anillo de matrimonio mientras lo lamía. Todos envejecemos continuó diciendo Yajaira, limpiaba con
la punta de su lengua la comisura de su boca, no la alteraba que Manuela disimulara, se contuviera,
disimula, mira las arrugas en los ojos de Yajaira, se vuelven a poner al día sobre los maridos, todos estamos más viejo, pero Alberto “luce” dañado, lo dijo sin preocuparle que el “luce” sonara
vulgar. Es un cínico, un arma blanca afilada. Recuerda . Él, saben a
sangre . Ella, qué. Nada, se bajó del carro, con la camisa por fuera manchada de
sangre. Manuela lo miró por el espejo retrovisor caminar hacia el suyo, un Toyota, estaba
feliz aquela noche. Un beso de sangre es un pacto. Fue prudente, tenía
intereses. Lo sé, pero ahora es un arma blanca que ha cortado a muerte, tiene sed ¿ Entiendes eso? Pacto es que te sepas quedar en el pasado, discreto. Se
disparó otro selfie, no sé, a veces he tratado de recordarlo, pero sólo vienen
escenas difusas. Nunca tuve un amante. Vi en su cuenta Isntagram. Rjagando una tarde de verano en Florencia. Lo he seguido por años.