
O naufragarás bajo la isla
o casarás una elfa
Scottish balads
Demoré mi regreso así como antes había anticipado el viaje. De tanto ir a un lugar terminas profanándolo. Araya me ha negado el ocaso. Deploro la arena caliente, quemarme los pies y lazarme al agua a media mañana. Me apena el disfrute de los temporadistas.
Me encuentro con el mar cuando todos no están o cuando todos se han ido; mantenemos una relación íntima y pudorosa; lo nado en paz. Hurañas son mis pasiones.
Busqué en Araya las grandes extensiones despobladas, el paisaje árido, la ausencia, su antipatía. Me sedujo, como siempre, el castillo lleno de trampas mortales, ignorado y deshonesto. Durante años he sabido trepar a él y, en todo momento, he logrado desentrañar un lugar donde, agitado e inseguro, me tumbo a esperar a que al sol vaya asomando tras las salinas, sobre la clara oscuridad de las madrugadas.
Se aprende en los yermos. Nadie vuelve de un viaje. He conducido al borde de la desesperanza, que no me tiente, porque hoy tengo la fortaleza de las ruinas donde enseñorea la áspera voluntad del desierto, su egoísmo.