jueves, septiembre 04, 2008

Línea recta

¿Quién recogió el guante? Esa respuesta se la guarda cada quién, tengo mis reservas; siempre dijiste que el recorrido más corto entre tu y yo fue (era) una pregunta. Es cierto, existe esa eclosión, el instante en el que te unes por siempre a alguien, no hablo del matrimonio ni de ninguna otra – mariconada contractual- cosa que se le parezca. Te das cuenta, sencillamente viene tirada por hilos invisibles, tejidos; una trama sólo evidente una vez recorrido el camino ¿Quién dirá, párate, ya has recorrido el camino? Nadie, menos tu, en el fondo tienes esa maldad encantadora de las mujeres definitivas. Me percataré por intuición o al firmar la paz sobre el vientre rendido de la amable e irreducible salteadora. No, no. No nos querríamos en paz y tampoco podríamos ver la dimensión de las marchas y contramarchas de esta y otras vidas en la cima de una colina bajo el sosegado lecho de un ficus; asco. Así. Relájate y déjate mirar. Toma aire, va para largo y cada logro es una pérdida si lo ignora el otro, el decurso de tus días, está dentro de mi cabeza, en un juego especulativo, sí. La bolsa, la bolsa: es una maldad, está en la mañana soleada, en la mañana lluviosa, frente a los íconos universales de las ciudades que visito; sincera, anda, sincera ¿No lo determinas? Son esos filtros mágicos, es por el otro, allí se cose definitivamente el absurdo sentido de la vida ¿Lo entiendes? Si lo explico sería una infidencia inoportuna. La historia fue preconcebida para darle un final feliz y angustiante, lo conmovedor y su belleza estuvo en las reticencias, en las rencillas, en las dudas, en las trampas magistralmente armadas, en las breves pausas en las que nos jurábamos cosas que a la vuelta del día terminaríamos por abjurar. El amor, dice ella, lo dijiste, sí, es una fórmula divina, se ama a Dios o al prójimo. Si debes amar a Dios sobre todas las cosas ¿Cómo lo vas a meter dentro de mi vagina? coño, me sobresaltó, siempre pendiente de las formas y sorprende, lo hace, ella. Lo dijo, con la desmesura relatada. Ella dice, me gusta Coldplay. Sí era, es algo así, ruidosamente compulsiva con la música ¿Pero Coldplay o RBD y unos grupitos que ni ladran ni muerden? ¡Scheiße! Toda la delicadeza del mundo; recuerda, el recato, el escándalo, el punto más cercano entre tu y yo, la pregunta, ¿Es confortable? Nunca la vi bailar. La vi caminar a veces con propiedad y luego suelta, muy suelta, demasiado amable y suelta, el colmo de la amabilidad y de la soltura. A veces miro a mi perra mear y bueno, demasiado suelta ¡Scheiße! No concibo otra forma, ella me diría, sí, guardar el decoro y entonces la palabra rumba se le entristece al canto del segundo y en los labios, en la sonrisa, no hubiese bailado nada con ella, lo sé, no en aquella vida, hay personas que buscan en el Rock algo que los distinga, que los ubique entre los clásicos calvos o despeinados, nada más aburrido que esa necedad académica en un género, por Dios, Rock sinfónico, vaya estupidez ¿Cómo lo afirmé frente a la amiguita? ¿Trasgresor? Pregunté y exclamé de inmediato ¡Es diarrea! se les agrandaron los ojos a ti y a la esclavita; es estítica la diarrea? la gente que la sufre pierde el culo. Por Dios, por Dios. Sí, uno dos tres, la trinidad, como aquella, trini, trini, trinidad. Ni de vainas, ni de velas, ni de coña pues, no hay otra vía. Perrearía. Debes ser buena perreando y a mi me sentaría de lo peor, la imagen, la imagen grita el censor íntimo, la imagen; no hay otra manera que pegarse y rascar la cerilla en la lija y hacer lumbre ¿Y un segundo de tu cuerpo sobre el mío, no fue como el cerillo raspando? Bah. Sobre mi barbilla como un soldado, sobre mis dedos como un minero, sobre mi lengua como un bebedor de absenta; las caderas juntas y el olor denso, es el sudor, la respiración, me dijiste, la tuya, me encanta la tuya, te dije, es como pulsear, porque de eso se ha tratado todo el asunto, se trató y se tratará, esto no termina ni con la muerte, es un conjuro, Perrear y trancar el juego de caderas al máximo agresivo posible, al máximo rigor, y bañarnos de todo lo que exude nuestros cuerpos, me echaste en cara, algo tienes tu, te gusta hablar de sudores, de empaparse, de derrames, y te respondes sin permitir que aparte mi boca del panal de tus abejas; es de tritones, sientes la viscosidad y las consecuencias entre las piernas y se te hace agua la boca al pensar en la viscosidad de la boca de mi pene, el meato, corrijo, el meato, eso que sale antes al roce y me dices, eres circunciso ¿Lo hicieron ahora? Por Dios no lo soy, se hace agua tu boca y me sonrojo, lo eres, sentencias ¿Lo soy? Fue un trabajo perfecto, insiste ella, me molesta, mira, es hermosa la guinda, y el agua de su boca es represa al borde y sólo la puedo imaginar perreando, con mucha espuma y viscosidad en todos sus ojales venusinos, diga lo que diga ¡Scheiße! Me gustan los humores del sexo y a ella y a ella. Lo de ambos es una oralidad penitente ¡Scheiße! Póngalenle un caramelo en la boca y a mi una pastilla de chocolate, un bombón relleno de miel y licor, perrearemos aún en la tumba, y sobre la tumba una rumba, en un descampado en el bosque o en el centro de una pista de baile o sobre el piso antes de lanzarnos de espaldas a la cama a husmearnos en los espejos de un cuarto de hotel ¿ Y las formas? scher' dich zum Teufel!

The Certainty of Death and the Mystery of Faith

Israel Centeno Sunday is approaching, and I have decided to write something confessional. I have reached an age where death is no longer a d...