Conozco por mis sueños, no tengo otra referencia, a un animal; busco un correlato en los bestiarios reputados y en la mitología y no encuentro sino oblicuas semejanzas. Tiene la flexibilidad de los felinos y el hambre atávica de los lobos. La he visto alada; en ocasiones repta. No es un dragón ni una de las furias. Se parece a los vientos multiformes del desierto, bestias en estampidas narradas por Heródoto. La sensualidad está en su boca y en sus patas delanteras, sus muslos son flexibles y la mirada fatal. Me sugiere la similitud con Lilith, la primera mujer. No es una locura pensar al estudiar algunos de sus rituales, en las sacerdotisas del templo de Isthar. Es depredadora; manipula los aparejos y despliega los recursos inmemoriales del cerco. Calcula como los insidiosos tramperos de Gobi y despide la exhalación hipnótica de la cobra. Su mandíbula es fuerte y sus lances certeros. Invencible y anoréxica. Atrapa, muerde, mastica, pero es incapaz de tragar.
Sus víctimas viven el infierno perpetuo entre su boca y un mundo reducido por sus hechizos.
Sus víctimas viven el infierno perpetuo entre su boca y un mundo reducido por sus hechizos.