Puta palabra, fácil de decir
y aún
más fácil de olvidar
y aún
más fácil de olvidar
¿Y qué filmaste? ¿El sueño? Un hombre nada ¿locación? Pregunta la directora; las costas de Paria; corrientes frías y grises, azuladas; oleajes altos ¿cómo decía el hombre? Monedas dobladas. Toma al agua: densidad y peso. En ese lugar nado y tu haces las tomas, detrás de mi va tu hijo recién nacido y yo me sumerjo cuando las olas encrespan; quiero decirle a ese niño, no mires el bucle. Felicia se lleva la mano al vientre, la criatura no ha nacido aún, apenas da brincos, está sumergida ¿El sueño? Si, todos logramos salvar las corrientes a nado, menos el niño, desaparece y comenzamos a bajar al fondo donde reposa y juntos pateamos y salimos. Debes sacarle el líquido, que llore, dice la directora ¿y la playa? Se encoge de hombros, mira el lente, es un buen ángulo. El niño se mueve y no respira, el hombre está compungido, renuncia, se entristece y abandona, entonces escucha el llanto. Nunca lo hagas, recrimina la directora, no abandones los planos, muévete con agilidad ¿y la playa? no importa la playa, hazlo respirar y respira, no tiene sentido, vuelvo a escuchar: monedas dobladas. ¿Recuerdas? Él vino a mi una tarde, filmábamos algo en una casa entre La Sabana y Caruao, yo había asegurado la cámara fija sobre la terraza de bambú y me movía con -¿vale decir la marca?- la Panasonic AG DVX100; me pregunta ¿has atesorado monedas dobladas? Se coloca detrás y respira como una danta sobre mi cuello, hace ruido, es el viento, es la tracería de las palmas, la nuez del coco, el coco cae: cococae, repito, la beso, estamos casi desnudos de cara al ocaso, lo filma, es tu sueño, un sueño indescifrable sobre la experiencia, se cae tantas veces como sea necesario en el mismo hueco, de eso te podría hablar yo mismo cinco años antes, cinco huecos antes, cinco hoyos en uno, tres hoyos en dos, no se aprende mucho, nada se aprende, la experiencia es útil porque desensibiliza, date un golpe una y otra vez en tus lindos brazos, en los brazos de maja desnuda, los que reposan sobre tu vientre cuando te alejas en el diván; aquella tarde, monedas dobladas, hoy y nunca, de vuelta, por el asunto de correr en círculos por la vida, más te vale, abandoné la filmación y fuimos a olernos en el cuarto de madera, el frágil cuarto suspendido en el acantilado, desde donde cae el niño y caes tu, otra vez, caeelcoco y me asusta, un día se darán un golpe o no sabrán encontrarse en las profundidades de ese verde mar, sencillamente se cansarán de mis artimañas, son técnicas, es precisión; puedes encontrar mi nombre escrito seis veces en el texto, entonces comprenderás que es factible filmar los sueños y venderlos como historias coherentes, ya te contaré yo, comienza a gritar el hombre, ya te contaré yo de historias coherentes, de plató de pornografía, de las miserias de un artista, saca la lengua, haz burla de todo, tu lengua húmeda, la mirada pícara, la niña que vuelve cinco años después y dice como si nada, quiero que me cocines, quiero que me consientas, quiero filmarte nadando en un mar profundo junto a mi hijo ¿entiendes? Ni por todas las putas de la Casa de Campo, ni por tu vientre redondo, ni por las sedas del velo de la maja vestida; es la vida, ignorancia sumada a otra ignorancia y llega el día en el que no te atreves a concluir qué es la vida, la maldita vida que me diste, el aburrimiento de la carajita aquella, las salidas suicidas, el asalto de un banco, el de la última película. Monedas dobladas. Toda la brisa se mueve en esta parte del mundo y arma una tormenta, una tormenta limpia y trasparente sobre el mar que filmo, los filmo a ustedes, a los dos, sobre y bajo las olas de Paria.