Y le dijo,
-Faltan dos horas
- Lo sé y ya no me asfixio
Y le dijo,
-Es cosa de darse cuenta, uno se pasa la vida buscando al agresor afuera, es cosa de darse cuenta
- Lo he superado
Y le pregunta,
-¿Qué, el miedo?
- No, siempre tengo miedo, de un tiempo a esta parte siento pánico ¿Sabes de lo que se trata?
Y le contesta
-Es un absurdo
- Se dispara
- Como un fogonazo en algún lugar. Me dice Ana que ella lo siente en la piel, luego el mundo se le viene encima. La muerte, la locura. Tú sabes
- Yo siento una daga. La daga es un cuchillo de doble filo, lo sabes, Una daga fría me hiere, a veces caliente, es lo mismo, entra desde la parte posterior, atrás, abajo, donde finaliza el cuello, entra con precisión y sube hasta el centro; entonces sé que me voy a morir
Y afirma,
-Y no te mueres
- Algún día lo haré. Uno no se muere, a uno lo matan.
Y pregunta,
-¿Cómo es eso?
- Si no te mata otro, te mata tu cuerpo
Y dice,
-Es el enemigo,
Se encoge de hombros y pregunta,
-¿Quieres tomar algo? ¿Tequila?
Y dice,
-Dame algo seco
-Sólo tengo Tafil y unas líneas de coca
Y dice,
-¿No tienes una pastilla de regaliz?
- Por allí en la guantera debe quedar una, busca en el altar
Y pregunta,
¿Sigues adorando a estas figuras que armas en todas partes?
-Absolutamente
Y pregunta.
-¿Te hace bien?
- Ese no es el propósito, es otro. Me hace mal, algunas veces es intolerable resolver las contradicciones.
Y pregunta,
-¿Has adorado a alguien?
- Ya no
Y dice,
-la adoración es como el cuerpo
-¿Tu dices?
- Sí. Me gusta el sabor del regaliz
- ¿Has subido alto por la cresta de Cachimbo?
Y contesta
Hasta el final,
-Entonces puedes arriesgarte a todo
Y pregunta,
-¿No has sentido pánico cuando estás arriba?
- Claro, siempre que me siento en las piedras de cara al mar, algo, una sombra de nubes o de sol me llena de pánico, me tomo el pulso y me dejo caer de espaldas, como si me muriera allá arriba. Es lo mejor
Y afirma,
-Es como estar sobre un altar
- ¿Tu dices?
- Una vez tuve un accidente y me tendí sobre una de las piedras, llovía con truenos y relámpagos. Era como estar en un altar – Y pregunta – ¿Te has visto fuera del cuerpo?
- Cuándo hago el amor y soplo la pequeña aleta de tiburón
Y exclama,
-¡Qué imagen tan rara! – y pregunta -¿Siempre?
- No siempre, me acabo de recordar de algo
Y pregunta,
-¿De qué?
De un velero
Y dice.
-Es una figura fálica
Para nada, dije velero, piensa lento y acertarás siempre
-Ah no. Tus respuestas son rápidas –afirma-
-Pero mis procesos lentos
Y pregunta,
-¿Listo?
- Casi
Y dice
-Hoy habrá mucha humedad y mis ojos me pesan cuando hay humedad – pregunta – ¿Superaste el asunto?
- Siempre, no es nadie
Pregunta,
-¿No sientes remordimiento?
-imposible
Y pregunta
-¿Y ahora?
-Ya casi, falta calzar el peine
Y dice,
- Está por llegar
- Sólo calzar el peine
- ¿Le pusiste las trece balas?
- No
Y pregunta,
-¿Tienes idea del juego?
- ¿Acabar con la eternidad? Si no lo hacemos nosotros lo hará su cuerpo
Y dice,
No comprendo esta vaina.
Recoge las diminutas figuras del altar improvisado, las pone en un bolsillo de su saco y abre con violencia la puerta del auto
-Yo tampoco