lunes, junio 15, 2009

Primera experiencia Gotha




Amigos del grupo posada literaria Gotha, ayer concluimos la primera experiencia en Galipán, cerro El Ávila y retornamos motivados, en una tonalidad menos épica, con el mismo espíritu que sopló a los griegos al encarar al Mediterráneo en su retorno desde Persia; allí, en la cima del picacho de Galipán o en las terrazas azules, bermejas y verdes de la posada Naná Coco, se abrió El Caribe entre nubes cumulares y empedradas: siempre ha estado allí, como siempre ha estado el cerro y de tal modo hemos tenido a mano a los románticos alemanes, ingleses y franceses, pero de pronto la sutilidad de un pensamiento se hizo evidente y clara, sólo el viaje, sus desplazamientos plurales, la decantación del pensamiento que se mueve junto a nuestras migraciones nos dio, en cierto modo, la propiedad del ser; lo que en todo momento ha estado ES: aquel majestuoso océano mar nuestro, El Caribe, el cerro El Ávila; los románticos y sus desmesuras fueron con la propiedad del ser y desde los caminos, entre verbenas y orladas ramas de eucaliptos, sentimos el pulso apenas de la existencia paradójica, maravillosa y trágica de lo efímero trascendente; más allá del deleite, buscamos la concienciación del viaje: su significado ontológico; la consagración de la buena posada, de la mesa en tránsito y los cuentos de hostería junto a los compañeros de viaje, todos aquellos quienes embarcamos una mañana cualquiera frente al hotel Ávila con el buen ánimo de internarnos en la realidad y en su seno para entramar la nuestra, en cierto modo errante con un sentido leve de huella y paso. Vivir en las honduras de esas nubes ascendentes y mudables, como toda experiencia nómada, expandió el sentimiento y el pensamiento. Hoy lunes volvemos a nuestra cotidianidad con la certeza y la necesidad de la libertad, sobre todas las cosas, que nos regala el viaje.




Pronto nos embarcaremos de nuevo.

Se pueden ver fotos en la galería del grupo.

Tercer día de Cuaresma

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