Hubo una vez en la que intentamos ser un país moderno y cívico; nuestros héroes eran como Ponciano Borje, y apagar un incendio en el Ávila tenía más importancia que librar una lucha contra el imperio del mal, replicar la voz de un caudillo militar o ser un émulo del guerrillero heroico.
Este país de Libertadores debería tener menos Simon Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacio y de Blanco y más apagafuegos.