martes, octubre 03, 2006

El tango Los mareaos

A veces pienso que tenemos un problema, no nos atrevemos a nombrar con propiedad lo que nos sucede. Muchos dicen –ahora, por supuesto-, que el régimen chavista no es “completamente” autoritario -que hay rendijas por donde se puede defender la demoracia-, otros no se arriesgan a denunciar las características del fascismo bolivariano y de otras vertientes ideológicas totalitarias incidentes en el “proceso”, y se niegan a creer que se ha ido consolidando, cada vez más, un gobierno incivil y militar.
Exclaman: ¡Vean, todavía podemos hablar, me dejan entrar a un museo, me llaman para una publicación, o a formar parte del jurado de un concurso para reinas de Carnaval, a veces me permiten, sin caerme a piedras, llegar hasta la avenida Bolívar a hacer oposición. Hay espacios!
Dictadura y continuismo aceptado. De ser reelecto el comandante, tendremos un mandato de 15 años, casi la mitad de los que mandó Gómez y un poco más más que la suma de la tiranía de los Monagas, y podrá reelegirse por 15 años más. Bonito panorama. Por ahora, el proceso sonríe, pinta escuelas y da algunas garantías a su clase media putrefacta.

En una oportunidad alguien se me acercó y me dijo, coño vale, no te amargues, vamos a divertirnos con este zaperoco, como lo hicieron Bioy Casares y Jorge Luis Borges en los tiempos de Perón, me dio grima la afirmación tropical y de inmediato pensé: la gente se cree realmente sus mojones; lo grave y delicado del asunto, es que llegan lejos. Mojoneados, pero lejos.
Creo que está en reposición y en cartelera, Tu país está feliz. Habrá que ir a verla al Ateneo .




Nota aparte, Urriola, manejo nuevos datos sobre el caso Nohely Arteaga. Me han hablado sobre sus manos ¿Recuerdas sus manos? Claro, es una observación que puede deslizarte sólo una mujer cuando habla de otra mujer; un asunto que nosotros pudimos haber valorado como una virtud. La ficción es una mentira tangible, su realidad pica y se extiende.

La Marca del Esclavo

 Israel Centeno Dedicado a aquel que pidió Sabiduría. Se pregunta—¿quién? No hay nombre para el que medita sobre la caída, sobre la infini...