Israel Centeno
En el principio, el Padre creó
el alma de mi padre,
y el alma del padre de mi madre.
En el principio, el Padre creó la pureza,
y todos los días felices de un infante,
la risa primera,
el aire tibio sobre la frente nueva.
En el principio,
su respiración dibujó la geometría del universo,
hizo vibrar la luz en el seno del vacío,
y expandió las órbitas con su precisa gravedad.
¿Cuál es la naturaleza de la luz?
¿Cuál es la fuerza que sostiene el universo?
la naturaleza,
la semilla y el brote,
y la carne del polvo
te creó pura
y en tu pureza se conmueve mi alma.
El Padre miró a la Madre
y la Madre miró al Padre,
y en su reflejo,
una sola causa suficiente.
El Verbo se hizo hombre.
En el principio,
la pureza lo precedía,
iba y venía el Espíritu sobre el abismo,
una llama que no consume,
un río que no erosiona.
En el principio, Dios creó tus ojos,
que han de tragarse la tierra,
pero no tu mirada.
Y al final, cuando se corra el velo,
en la gloria de quienes salgamos del fuego,
nos veremos de nuevo,
en la inocencia
de lo concebido
antes de todos los tiempos.