He jugado con los fantasmas. Tengo fantasmas propios y otros tantos me han sido sembrados; Lola, por ejemplo, es una y trina, y a veces no sólo trina, compone y se hace universal con dos vodkas y tres besos lujuriosos en las catacumbas de la modernidad; es una y vuelve, la vislumbro por los pasillos de una galería, cubierto su cuerpo por sedas puntilíneas de bordes negros, flota, corre sobre la niebla al ras del piso granítico de la fortaleza, por sus galerías. Esa mudanza ha sido trágica, me he empeñado en Elsinor, va y viene; a veces en contra del ritmo del viento, sibila entre la borrasca y no obedece a las mareas aunque lleva por destino el plomizo signo de la luna, la insomne presencia de las ansias desbocadas. Mi vida, repites, mi vida, allá quedó y no está mi vida; no resuelve nada y se fatiga al armar artilugios y conjuros; esas trampas inservibles en el vacío; de nada sirven Lola. La magia es la palabra más un significado decantado en el frío fuego de Ursa; diríase rebuscadamente, diamantino. Sientes de nuevo el miedo a ser un soplo obstinado por los corredores, al vadeo de las madrugadas sobre las almenas de las torres, ¿entiendes? la jauría es la palabra contenida, la evasión y todos los esfuerzos por negarla. Se detuvo el tiempo. En la vida hay dos o tres tiempos, lo demás los terminas inventariando como utilería. Recuerda, trata de ser fiel a eso.
Al amanecer la ilusión dibujará ante ella una ciudad espinada por esquirlas de concretos y espejos, vendrá la jornada exigente de las mujeres agobiadas por las obligaciones, Lola, convenciones de testaferros, de usureros, el ilusionista de tu legado te priva de el legado, el legado está mugriento en esas sábanas de motel de carretera, eso, mugre y sudor, el legado, ríe y suena la cáscara de la nuez, dentro no hay nada, ni el corazón de una rata; es hueco el sonido, las obligaciones, dar alpiste a los canarios, dar la leche a los cachorros de la perra de caza, y salir a volar sobre el auto convertido en bólido, o en escoba, hacia la noche, una estrella a través del cielo índigo, perdida finalmente en las nieblas de Elsinor donde tu cuerpo desnudo recreará a la ninfa , a la seta del bosque, al manantial, tus sueños o la verdad. Estar y no ser, es una tragedia, ser y no estar una epifanía, un orgasmo y la bendición de tus dioses.
Al amanecer la ilusión dibujará ante ella una ciudad espinada por esquirlas de concretos y espejos, vendrá la jornada exigente de las mujeres agobiadas por las obligaciones, Lola, convenciones de testaferros, de usureros, el ilusionista de tu legado te priva de el legado, el legado está mugriento en esas sábanas de motel de carretera, eso, mugre y sudor, el legado, ríe y suena la cáscara de la nuez, dentro no hay nada, ni el corazón de una rata; es hueco el sonido, las obligaciones, dar alpiste a los canarios, dar la leche a los cachorros de la perra de caza, y salir a volar sobre el auto convertido en bólido, o en escoba, hacia la noche, una estrella a través del cielo índigo, perdida finalmente en las nieblas de Elsinor donde tu cuerpo desnudo recreará a la ninfa , a la seta del bosque, al manantial, tus sueños o la verdad. Estar y no ser, es una tragedia, ser y no estar una epifanía, un orgasmo y la bendición de tus dioses.